El tren llego una hora antes de la partida a la estación, Jaipur Express, ese es el nombre del tren que me iba a llevar de Chennai a Jaipur, recorriendo 2185 kilómetros, según la programación, en 36 horas.
Una vez confirmado que era mi tren comencé a recorrer el tren de atrás hacia adelante buscando mi vagón, el B2, atrás de mi quedaron los incontables vagones de segunda clase, la docena de clase Sleeper y el B1, y por delante otros tantos de clases superiores a la miá.
Mi clase es 3AC, quiere decir camas en tres niveles con aire acondicionado, por lo que en total son seis camas por cabina, la del medio se pliega durante el día para que la inferior pueda hacer de asiento, por lo que la única fija y solitaria es la superior.
Cuando el veintiuno de febrero fui a comprar el pasaje en la oficina de trenes de Kodaikanal me informaron que Sleeper estaba lleno y en lista de espera era poco probable que lo consiguiera, por lo que tuve que hacer un mayor gasto y pagar 1444 rupias (USD 32) por el que sería el viaje en tren más largo que yo hubiera imaginado jamas iba a tomar.
8 de marzo, a las 17:35 era la salida, pero ya una hora antes y antes que nadie de mi vagón, entre a dejar mi mochila grande bajo la cama inferior y a confirmar que mi cama era la superior como yo había solicitado, luego salí con mi mochila chica donde tengo las cosas de valor y algo de comida para el viaje, me compré un licuado de ananá para hacer la espera más corta.
Pero antes que terminará el licuado veo por la ventana que hay gente llegando a la cabina de mi cama, por lo que prefiero entrar, un poco para controlar y otro poco para socializar, dos chicos un veinteañero y un treintañero estaban sentados y enseguida me invitaron a unirme y reír con ellos, ademas de hacer las preguntas de rigor en India, para saber de donde venís, quien sos, que haces y mucho más, al mejor estilo interrogatorio policial, pero luego de dos meses en el país ya sabía que es parte de su juego y lo disfruto y aprovecho para yo también investigar sus vidas.
Luego de un rato llego un señor con un batallón de sirvientes cargando equipaje y con cara de enojado pregunto de quien era la mochila abajo de la cama, porque quería sacarla ya que el tenia 7 bultos de equipaje, a lo que me tuve que poner firme y explicarle que aunque yo estaba en la cama superior también me correspondía poner equipaje ahí, y hasta le recomendé viajar más liviano la próxima vez, lo que saco risas del resto, pero su cara siguió poniéndose cada vez más antipática, en fin, pudo acomodar la mayoría del equipaje y el resto las tres camas que tenia en la cabina nuestra, pero si hay algo que debo agradecer es que ninguna de las camas era para él, ahí irían una señora mayor con tres niñas, jamas es bueno tener tantos niños juntos en un viaje largo, pero prefería las picardias y problemas de las pequeñas que la cara de culo.
Chajar, aunque su nombre es un poco más largo y difícil, es hindú de Jaipur y vegetariano puro, aunque me confeso que cada tanto come huevo y también se toma una cerveza, pero solo una de 660 ml. hizo hincapié no más, veintitrés años y había estado en Chennai para un curso que lo envío la compañía para la que trabaja, junto con compañeros y su jefe, quien justamente era el que venia con nosotros.
Manu, musulmán, también de Jaipur, casado y con un hijo, vive aún con sus padres, como es muy normal aquí en India. Es jefe de ventas de una compañía farmacéutica para el estado de Rajasthan y vino con su equipo de ventas a la capacitación sobre medicamentos.
Ambos, super simpáticos y abiertos, charlamos sobre de todo un poco, y Manu me ofreció su teléfono por si preciso de alguien en Jaipur, me invito a pasar con sus amigos Holi, el 20 de marzo, una de las mayores fiestas hindúes pero que algunos musulmanes celebran por lo divertido de estas, se trata de una guerra de colores, donde la idea es disfrutar y ensuciarse con colores divertidos y vivos.
Mientras todo esto sucedía las niñas jugaban, subían y bajaban de las camas, me tiraron agua en el pantalón, me llovían migas y junto con ellas risas, pero bueno, me repetía a mi mismo, mejor esto que el cara de culo que trajo el equipaje.
Luego fueron pasando y desfilando el resto de los vendedores que estaban dispersos en otras camas del vagón, y luego Manu me contó porque venían, tenían escondida una botella de whisky, para tomar de noche, el alcohol está muy restringido y tomar en el tren estaba completamente prohibido, ya que solo en bares y hoteles autorizados se permite, me explicó que aprovecharon todos el curso para disfrutar un poco estando lejos de su casa, pero lo cómico era como lo escondían y estaban todos riéndose y nerviosos como cuando en nuestra pubertad en Uruguay comenzamos con la primer gota de alcohol, por lo que llegada la noche abrió un paquete de vasos de papel, para que no se transparenten y una vez en la cama superior frente a la mía y junto con otro vendedor, ademas de cerrar las cortinas de la cabina y esperar que las niñas duerman, comenzó a servir medidas, me insistieron en que acepte una, y luego de analizar demasiado la situación por los riesgos que puede tener si te drogan, y ver que eran demasiadas personas por todo el tren, ellos habían tomado y la habían abierto delante mio y más, acepte! Más por compartir el momento y la adrenalina de lo prohibido, de vivenciar su aventura y diversión que por el corto vasito de whisky que cortaron con agua, estos chicos si que se divierten fácil, mantienen la capacidad de cuando uno es bebe y se divierte y alegra con muy poco, que lindo que es!
Para ese entonces ya había prendido mi computadora y puesto algo de música latina para animar la noche, cuando terminamos de beber, EL VASITO, se fueron a visitar a sus amigos por lo que saque mi comida, unos fideos con pollo y vegetales que había comprado antes de subir al tren, junto con bananas, galletitas y agua. Aunque en el tren pasan más vendedores de comida que en el estadio, igual quería estar seguro que iba a tener un mínimo aceptable para mi paladar, para luego complementarlo con lo del tren.
Cuando la noche se venia, tendí la cama con sabanas y una manta que te dan en el tren junto con una almohada y me acosté a ver una película de Bollywood, "3 idiotas", espectacular, recomendable, y uno de los éxitos del cine indio.
Por cierto, si bien todos parecen amigables, en los trenes nocturnos hay que tener cuidado de los robos, no hay violencia, pero si oportunistas, por lo que mi mochila fue encadenada en mi cama al lado mio y a su vez el bolsillo principal cerrado con otro candado, suficiente para evitar problemas.
El segundo día no se a que hora comenzó para mi, pero fue el ruido general del vagón mi despertador, la gente charlando y moviéndose de un lado para otro, y yo sin mucho para hacer, desayune unas bananas, galletitas y agua, salude a la gente, y les comente de la película de anoche, ellos avalaron que es excelente, y me pidieron si se las pasaba en un pendrive para verla, por lo que las siguientes tres horas estuvieron entretenidos mirando en su computadora la película, por supuesto desayunando un traguito de whisky, como si tuvieran que aprovechar cada segundo del tren antes de llegar a Jaipur, donde de vuelta a sus casas se les terminaba la joda.
Yo escuche un poco de música, escribí, termine mis fideos con pollo y vegetales, tome chai (té) varias veces ya que es el producto más ofrecido en el tren, y mientras tanto la gente volvía a dormir, el silencio se adueñaba del vagón justo para la hora de la siesta, pero yo preferí dejar el sueño para la noche, por lo que aproveche para mirar "Son of Rambow", película sencilla, tierna y agradable, pero nada del otro mundo.
Siendo casi las tres de la tarde del segundo día parece que no va a ser tan grave el largo viaje, no queda tanto y entre charlas, comidas y películas se ha ido pasando rápido el tiempo.
Iban 24 horas y parecía que el tiempo no pasaba, ya hacía un rato me había ido de mi lugar hacía la puerta del vagón para poder ver el paisaje mejor, garzas, monos, búfalos, cabras, chanchos, agua, plantaciones, arboles, montañas, ríos, personas y personajes que parecen sacados de libros, todo eso se puede ver desde el tren, es como una película a gran velocidad, que uno quiere recordar todo y no perderse de nada, pero no se puede, hay que disfrutar cada instante y prepararse para el siguiente, no da tiempo a contemplar, simplemente emoción tras emoción.
Sobre las ocho de la noche volví a la cama, Manu me ofreció ver fotos de su familia y la boda de su hermano, lo que acepté, ya que aunque sonaba aburrido el plan, tenía la oportunidad de que me explicaran como era una boda musulmana india, y todos los vínculos y funcionamientos de una familia clásica india, realmente interesante y merecería un articulo aparte.
Pero algo nos interrumpió, dos policías con sus respectivas armas largas colgando vinieron y yo no entendía que pasaba, cuando pregunte, era por el whisky, enseguida todos aclararon que yo no había bebido nada, cosa que era cierta, y como vieron que era extranjero ni se molestaron en seguir conmigo, pero Manu como buen jefe y líder del grupo, se hizo cargo de la situación y acompaño a los policías a aclarar lo ocurrido, soluciono el problema con sinceridad y volvió glorioso, hasta se quedo con el whisky restante, claro que con la condición de no beber más en el tren.
A todo esto ya solo quedan 9 horas, espero dormir bastante y amanecer en Jaipur, para dar fin a esta larga travesía.
Al fin, el ruido de la gente anunciando la llegada me despertaba, aún no había amanecido, y Jaipur me recibía, tras despedirme y dejar bajar a todos como desesperados fui a buscar mi mochila grande, bastante sucia pero no mucho comparado con el chiquero en el que se había convertido el vagón.
Finalmente fueron 37 las horas para unir Chennai con Jaipur, pero por si algún día llego a atravesar la siberia en tren, fue un gran entrenamiento este.
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Con esa facha, quemado y barbudo, los policías demoraron en reconocerte extranjero. ji ji ji
ResponderEliminargrande Rafa !!! gracias por compartir tus experiencias con nosotros !
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