Pero yo buscaba algo menos turístico y más autentico, así que, luego de la recomendación de una chica española me decidí ir rumbo a Long Island, prometía una experiencia mucho mas autóctona que la turisticamente explotada Havelock.
La oficina que vende tickets para los ferrys abre 9am y el ferry salia 9.30am, y a pesar de llegar antes de las 8am ya había bastante gente en la fila esperando su turno, y al abrir poco valía tu lugar en la fila, con indios metiéndose por doquier, pidiéndole a otros que compren por ellos y demás, así que al ver que mi turno no llegaba más y el ferry se iba, decidí, pidiendo permiso e imponiendo un poco mis kilos y mi barba llegue adelante de todo a pesar de varias quejas y explique que mi ferry salia ya, por lo que accedieron a venderme el ticket y el de Ido, un israelí que iba a mi mismo destino y compartíamos la fila.
Luego de tres horas en ferry rumbo al norte, arribamos a Long Island, las flechas azules en el camino peatonal llevan al único hospedaje de la isla, una decena de personas locales saludan en el camino mientras los 6 occidentales que veníamos en el barco apurábamos el paso para llegar a Blue Planet, así se llama el guesthouse.
Las habitaciones de bajo costo estaban completas, pero suerte o como quieran llamarlo estaba allí y nos ofrecieron quedarnos en el Blue Cotagge, por lo que junto con Ido, Stephan y Vanesa nos alojamos allí, en habitaciones con baño privado.
Vanesa es británica y no he compartido muchas charlas con ella, mientras que Stephan es francés, y es la octava vez que esta en Andaman durante los últimos diez años, ha compartido mucho con nosotros de su experiencia aquí, de como ha ido evolucionando (o involucionando en muchos casos) y contado historias y detalles sorprendente de las islas, sin duda una suerte grande el recibir toda esa información de su parte.
El día que llegamos fue tranquilo, un paseo guiado por el pueblo, casi desierto, con gente amable y niños curiosos pidiendo fotos, un baño en la playa más cercana, algo de comer y antes de dormir al templo porque era el día de Shiva, diosa de la creación y destrucción, aunque algunos prefieren decir reconstrucción, poca gente en el templo por ser la isla pequeña, es un día que no se puede dormir, por lo que la gente charlaba, los niños jugaban y a nosotros, unos 5 extranjeros que andábamos paseando juntos esa noche nos invitaron a sentarnos, a comer Prasad, que es la comida sagrada ofrecida al Dios, se trata de un arroz dulce bastante bueno que preparan y nos sirvieron en hojas de banano, luego el encargado y único trabajador del generador de luz de la isla nos dio una demostración y clase de Yoga, un señor bastante mayor pero que practicaba diariamente y realmente se lucia, luego de un rato allí, fue tiempo de dormir.
El segundo día no fue muy distinto, sin duda la energía del lugar me aniquilo, me desperté 7 am, pero apenas desayune y me quede sentado en la puerta de mi cuarto, mientras el resto se iban despertando yo ni podía ni quería moverme, simplemente ahí, contemplando la vegetación, escuchando los pájaros, y así me quede dormido sentado por vaya uno a saber cuanto tiempo, y realmente poco importa, luego fui al hospedaje a comer algo y allí mismo me volví a dormir, pero esta vez en una hamaca paraguaya. Sobre las 4 pm, no había hecho mucho mas que comer, dormir y descansar, decidí ir a ver la playa, mojar los pies y caminar por el pueblito, charlando, comiendo y planificando para el día siguiente, una caminata por la jungla a una playa desierta y paradisíaca, así que compre bananas, frutas locales típicas, huevos (para hacer duros con mi calentador de agua para el mate en el termo), agua mineral y samosas (empanada frita de papas típica de India).
Un dato interesante, en números aproximados, es que la isla tiene 600 personas, de las cuales son 500 hindúes, 90 cristianos y 10 musulmanes, pero lo que tiene es la mezquita que 5 veces al día invita a todos a orar desde temprano en la mañana, realmente increíble y cada día más irritable el señor de los altoparlantes que ni en el paraíso deja descansar.
Despertador 5 am, y una hora después arrancamos a caminar con Ido y Stephan, rumbo a Lalayi Bay, unas dos horas de intensa caminata, y olviden todo lo que dije de la playa 7 de Havelock, porque aquí el agua es más cristalina, la vegetación alucinante, pero lo mejor, no hay gente, nunca más de veinte extranjeros en esta isla, y de estos, solo un pequeño porcentaje en esa playa.
Solo falto un restaurant para que sea perfecto, jeje, los huevos duros, samosas y bananas quedaron cortos para las más de 10 horas que pasamos entre ida, estadía y vuelta.
Así que al volver algunos samosas más, pescado frito, dos masala chai y a la cama!
El último día fue muy distinto, si no porque sabía que era probablemente mi ultimo día de playa y relax, ya que al día siguiente viajaba en ferry y bus hacia Port Blair, para el día siguiente volar a Chennai y así tomar el tren hacia el norte del país. Por lo que aproveche y disfrute de la paz del lugar, fui al mar a nadar un poco, en si nada fuera de lo normal, pero todo con conciencia de que por un tiempo no volvía a la playa y aprovechando a disfrutar al máximo.
La última noche me daba cuenta que no solo el lugar había sido perfecto, si no que la compañía había correspondido, por lo que tanto me habían preguntado y yo tanto respondido de Uruguay que me invitaron a que preparará un mate, así que junto con Ido y Stephan, y Nitzan y Merav, una pareja amorosa de israelíes, armamos una ronda de mate y charla nocturna increíble, pero lo mejor fue que todos les gusto y tomaron bastante.
El ferry partía 7am hacia Rangat, por lo que 6am ya estábamos listos y quince minutos luego comenzamos a caminar con Ido y Stephan rumbo al muelle, Ido iría conmigo a Port Blair ya que tenía su vuelo el mismo día que yo, y Stephan iba hacía el norte de las islas.
El paseo del ferry fue alucinante, entre manglares e islas, realmente para mi fue más un crucero de una hora al precio de un ferry local, por suerte el precio era de ferry (menos de USD 0,2), fuimos charlando y disfrutando, mientras escuchaba las quejas sobre como se habían desvelado a causa del mate jaja!
Una vez en Rangat, averiguamos desde donde tomar el ómnibus y compramos los pasajes, serían 6 horas, cruzando dos rios con el bus sobre el ferry y caminos incompatibles con dormir, antes de llegar a Port Blair.
Fue un sentimiento muy raro el dejar las islas atrás, una mezcla de sentirme bendecido por haber estado allí pero una tristeza enorme por irme, aunque sin duda lo primero es lo más importante.
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¡ Hasta a mí me dejaste mudo !!!
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